La prostitución es conocida como la "profesión más antigua del mundo", y si debe ser criminalizada -o no- es uno de los debates más antiguos entre los reformadores sociales. Hoy en día, un consenso creciente alrededor del mundo afirma que el comercio sexual perpetúa la violencia masculina contra las mujeres, por lo que los clientes deben ser considerados criminales. Por el contrario, es la despenalización de la prostitución lo que podría hacer que las mujeres, tanto dentro como fuera de la industria del sexo, se sientan más seguras.
Ciertamente algunos en el comercio sexual -como los menores, por ejemplo- son explotados, abusados y forzados a prostituirse, mientras que otros no son literalmente traficados pero se sienten atrapados en la industria por necesidad económica. Estas son las personas que deberían recibir atención y recursos de los reformadores sociales. Y habría muchos más recursos para dedicar si dejáramos que los adultos consintieran en intercambiar dinero por sexo en paz.
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Pero otros delitos supuestamente relacionados con el comercio sexual podrían reducirse si se despenalizara la prostitución. Las investigaciones han demostrado que los incidentes de violación disminuyen con la disponibilidad de prostitución. Un estudio reciente de datos de Rhode Island -donde una laguna legal permitió la prostitución interna legal en 2003-2009- encontró que la tasa de violación del estado disminuyó significativamente durante este período, especialmente en las áreas urbanas. (La tasa de gonorrea también disminuyó.)"La despenalización podría haber potencialmente grandes beneficios sociales para la población en general, no sólo para los participantes en el mercado sexual", escribieron los economistas Scott Cunningham y Manisha Shah en un documento de trabajo sobre su investigación.
En Nueva Zelandia, la prostitución callejera, los servicios de escolta, el proxenetismo y los prostíbulos fueron despenalizados en 2003, y hasta ahora las trabajadoras del sexo y el gobierno de Nueva Zelandia se han quejado del acuerdo. Una revisión del gobierno realizada en 2008 determinó que el número total de profesionales del sexo no había aumentado desde que la prostitución se convirtió en legal, ni tampoco hubo casos de tráfico sexual ilegal. El cambio más significativo fue que las trabajadoras sexuales disfrutan de mejores y más seguras condiciones de trabajo.
Mantener la prostitución ilegal se hace en nombre de las mujeres, pero sólo perpetúa la violencia contra ellas y amplía el alcance del estado carcelario. La despenalización pondría fin al sistema punitivo en el que las trabajadoras sexuales -un grupo desproporcionadamente femenino, minoritario y transgénero- están siendo separadas de sus familias, arrojadas a la cárcel y cargadas con los costos de la corte y los antecedentes penales por chupadas. También les permitiría tomar más medidas de precaución (como organizarse en burdeles) y darles acceso a las protecciones legales disponibles para otros trabajadores (como poder ir a la policía cuando han sido agraviados). Sin embargo, para los defensores del Modelo Sueco, sólo la erradicación total del comercio sexual "salvará" a las mujeres de la violencia y la explotación asociadas con él.