Sus orígenes están en la "Dirección General de Presidios" creada en 1834, y renombrada en 1901 como Dirección General de Prisiones.1 Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue brevemente denominada como "Inspección General de Prisiones". En los primeros años dependió de varios organismos estatales, pero a partir de 1889 pasó a depender definitivamente del Ministerio de Gracia y Justicia.2 Durante la Segunda República, en octubre de 1935 el organismo fue suprimido y sus funciones fueron asumidas por la Dirección General de Justicia; en su lugar se creó una Subdirección de Prisiones.3 Esta situación no duró mucho tiempo y en febrero de 1936 volvía a restaurarse la Dirección General de Prisiones.3
Durante la Guerra Civil Española la administración central de la Dirección instituciones penitenciarias quedó en zona republicana, por lo que en la zona sublevada se creó una nueva institución: en 1938 se creó el Servicio Nacional de Prisiones, organismo que dependía del Ministerio de Justicia pero que estaba muy influido por los militares.4 Tras el final de la contienda, la Dictadura franquista recuperó la antigua denominación de Dirección General de Prisiones. Máximo Cuervo Radigales, director general de Prisiones entre 1938 y 1942,5 reorganizó los servicios carcelarios primero en la zona franquista y luego en todo el territorio nacional tras el final de la contienda.6 En ese contexto la administración carcelaria se encontró con el problema de una población reclusa muy numerosa, y con una grave escasez de personal, por lo que se convocaron nuevas plazas para ex-combatientes del bando franquista.6 A esto hay que sumar la depuración que sufrió el cuerpo de funcionarios de prisiones durante la dictadura.