Por suerte o por desgracia nadie ni nada es para siempre. Todo, absolutamente todo que compramos, tiene fecha de caducidad. Si bien es cierto que el correcto mantenimiento de un vehículo, un electrodoméstico, de los equipos electrónicos etc, hace que permanezcan en buen estado por un periodo más largo de tiempo. Al final, todo está destinado a ser reemplazado por uno nuevo.
Los edificios no están exentos de esta circunstancia. Un servicio de mantenimiento adecuado alargará su conservación, pero, llegará un momento en el que habrá que emprender obras de rehabilitación para que pueda seguir en pie y no corran peligro ni sus inquilinos, ni los viandantes.
Con el transcurrir de los años y por la acción de la climatología, comienzan a aparecer grietas en las fachadas de lo edificios, filtración de humedades en las cubiertas, fallos en la estructura... Cuando ocurre esto, hay que tomar medidas inmediatamente. Es el momento en el que entran en acción las empresas dedicadas a las rehabilitaciones de edificios. Estas empresas cuentan con un equipo de profesionales, arquitectos, ingenieros, albañiles, pintores, fontaneros que son los que pondrán remedio a los problemas que pueda presentar el inmueble.
Una de las obras de reforma más habitual es la que corresponde a la rehabilitación de fachadas. Si no se actúa a tiempo, se generarán una serie de problemas, de mayor o menor gravedad, que podrían, incluso, afectar a la estabilidad del edificio.
La continuada exposición al calor y al frío, la lluvia, el viento, hacen mella y van deteriorando progresivamente el estado del edificio y comienza a acusar diversas patologías.
Las rehabilitaciones de fachadas pondrán fin a estos fallos y, si aprovechamos las obras para incluir un aislamiento térmico y acústico, estaremos, no solo reduciendo gastos en la factura de la luz e invirtiendo en el bienestar de sus inquilinos sino que también contribuiremos a la conservación y mejora del medioambiente, al rebajar la emisión de elementos nocivos y altamente contaminantes para la atmósfera.
Y si el inmueble se encuentra ubicado en zona costera, será necesario aplicar productos especiales que lo protejan de la corrosión por los efectos del mar.
Las rehabilitaciones de cubiertas y fachadas antes de que los problemas se agraven, es mucho más favorable para sus inquilinos, tanto a nivel económico como sanitario. Es responsabilidad de los propietarios vigilar y reformar el edificio si así lo requiere. Una medida que nos beneficia a todos.
Si nos preocupa el coste de la rehabilitación, hemos de saber que se ofrecen ayudas por parte de los organismos competentes.
Al final, todo es cuestión de informarse y de ponerse manos a la obra. Los responsables de las empresas de rehabilitaciones se ocuparán del resto. Un equipo de profesionales especializados nos comunicará las medidas a tomar para subsanar los problemas que presenta el inmueble. Trabajos a realizar, materiales, duración de los trabajos y un presupuesto detallado sobre el coste de las obras a realizar.
La clave está en no dejar pasar el tiempo y adoptar las medidas oportunas para evitar su deterioro.