Consulta de tarot a través de los orígenes de la astrología medieval

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Ciencia

La importancia de la astrología en el TAROT



 



astrologia medievalEn la Astrología Medieval pocas veces puede haber una fecha, un año, más cargado de simbolismo astrológico-astronómico que el de 1973. En efecto: Kepler nació el 27 de diciembre de 1571. Tycho Brahe observó el «cometa» que iba a destruir el dogma aristotélico de las esferas cristalinas el día 11 de noviembre de 1572.  Y Copérnico nació el 19 de febrero de 1473. Así, en un plazo de catorce meses escasos, se celebraron varios centenarios en honor de los padres de la astronomía moderna. Copérnico, Tycho Brahe y Kepler.



La astrología medieval



Según Kepler en algunos aspectos de la obra de los tres grandes hombres que acabamos de citar. Pero antes de seguir adelante tendremos que admitir dos postulados que nos darán una base discursiva común. Cuando un estado, una empresa, un mecenas o un editor, tiene a sueldo a funcionarios, trabajadores o escritores, es porque éstos realizan una función en cuya bondad y efectividad.  Creen; es indiferente que la astrología sea o no una ciencia para el fin que aquí nos interesa.



Lo importante



es que haya individuos y pueblos que crean o hayan creído en ella.  Y en consecuencia, que sus decisiones dependan o puedan depender de unas predicciones previas. Buen ejemplo, aunque poco significativo de lo que decimos, lo constituyen nuestras supersticiones: no encender tres cigarrillos con la misma cerilla, evitar el número trece, no viajar en determinadas  fechas, etc.



Por otro lado en la Astrología Medieval, conviene señalar:



Que ni el cristianismo ni el judaísmo ni el islamismo han adoptado una política decidida frente a las predicciones astrológicas. Y sus teólogos se han dividido en dos bandos: el de los que las reprueban, como San Agustín, y el de quienes las toleran. Siempre que sus adeptos admitan que los astros influyen pero no determinan, como santo Tomás de Aquino, quien a la pregunta: «¿Son los cuerpos celestes la causa de los actos humanos?», responde: «Se debe decir que los cuerpos celestes ejercen sobre los cuerpos una acción directamente y por ellos mismos.»



Idénticas discrepancias hallamos entre los teólogos del islamismo y del judaísmo



A guisa de ejemplo citaremos a Baquilla. Quien en el momento de disponerse a salir de viaje y preguntado sobre si el ascendente (grado de la eclíptica que en aquel momento surgía por levante) era favorable. Respondió que la suerte y la desgracia dependían de Dios y no de los astros. Marco Polo, en cambio, nos refiere que el emperador chino Kubilai hizo decidir a sus astrólogos la mujer adecuada para contraer matrimonio con Argún, iljan de Persia (1284-1291). Y Cardano procuró determinar las horas favorables para invocar a la Virgen y a los santos.



En la Astrología Medieval Nicolás de Oresme



Negó la posibilidad de las predicciones astrológicas basándose en la inconmensurabilidad de los movimientos celestes. Este argumento, que parece remontar a Duns Scot, parte del principio de que si cada configuración, constelación o aspecto celeste ejerce, siempre que se presenta, los mismos efectos en nuestro bajo mundo, esos efectos nos son desconocidos.  Ya que dos o más astros jamás se encuentran en la misma posición relativa con respecto al zodíaco. Es decir, jamás vuelven a coincidir exactamente en el mismo grado, minuto y segundo. Los astrólogos rechazan este argumento afirmando que para que los aspectos (conjunción, oposición, trígono, sextil, cuadratura, etc.) ejerzan un influjo idéntico al de otras ocasiones. Y por tanto conocido, no es necesario que ocupen exactamente las mismas posiciones.  Sino que basta con que se encuentren dentro de ciertos límites que designan con el nombre de «orbe».



Ambas doctrinas



Quedarán suficientemente aclaradas si pensamos en el típico problema del reloj. Que todos nuestros estudiantes de álgebra han tenido que resolver alguna vez. Supongamos que la esfera es el zodíaco, la manecilla menor, Saturno, y la mayor, Júpiter. Cuando ambas estén superpuestas (las doce en punto, por ejemplo), diremos que están en conjunción. Al estar diametralmente opuestas, consideraremos que están en oposición. El problema, tal y como se plantea a nuestros bachilleres, consiste en determinar a qué horas, después de las doce, volverán a superponerse las agujas. Dado que el movimiento de ambas es uniforme, el resultado se obtiene sin demasiadas complicaciones.



El movimiento de los planetas



no ocurre así y un aspecto determinado jamás volverá a reproducirse exactamente en el mismo punto del zodíaco aunque sí en sus vecindades. Los límites en que puede admitirse la reiteración de los influjos de una conjunción u otros aspectos es de unos 8° de orbe en más o en menos, algo así como si consideramos que la hora exacta de nuestro reloj va desde dos minutos antes a dos minutos después de la verdadera.
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Como te puedes dar cuenta la influencia de la astrología en la persona es muy importante para ser un buen tarotista.



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