Aceptémoslo: la clase media española ya no existe. En su lugar, existen los ricos y los privilegiados y, por debajo, las familias y estudiantes de clase obrera a la que se les vende la moto de que un sueldo mensual de mil euros es vivir como el Rey. No solo no es cierto, sino que se trata de una consigna manipuladora que pretende adormecer nuestros sentidos. Si no nos indignamos, las cosas no cambian y el sistema hegemónico sigue en pie. Pero, mientras las cosas sigan igual, también es lógico que nosotros, las personas en paro, aquellas a las que nos cuesta llegar a fin de mes, ideemos soluciones para poder consumir o utilizar productos cotidianos sin quedarnos en la ruina.
El más socorrido es el reloj. Él nos sirve para estudiar o, para controlar las actividades que llevamos a cabo semanalmente, para intentar ser funcionales y conseguir un buen trabajo estable. Naturalmente, podemos comprar relojes en España que sean de marca y de lujo y, además, son estupendos y muy bonitos. Pero esa, por suerte, no es la única opción. De hecho, en los últimos tiempos se han popularizado las relojerías de tasación o de compraventa. Este tipo de servicios tiene en cuenta dos cosas: uno, poder llegar a todo tipo de clientes, sea cual sea, su situación económica, pues, obviamente, los relojes de segunda mano siempre son más asequibles; y dos, reutilizar o reparar los relojes que alguien ya no quiera o necesite, a cambio de lo cual, recibe una suma de dinero justa.
Por otra parte, es igual de fácil comprar un reloj en Madrid que hacerlo en cualquier otra ciudad española. Porque este tipo de relojerías, fáciles de encontrar en internet, digamos que, tienen en cuenta la localización del cliente. En otras palabras, la movilidad es una de sus principales ventajas, ya se trate de comprar un reloj en el Barrio de Salamanca o de hacerlo en un pueblo de Galicia. En resumen, este tipo de modelo de negocio es muy moderno y ha surgido en respuesta a una necesidad muy básica: poder vivir sin arruinarnos.