Para llevar adelante un buen liderazgo no reside en la autoridad sino en la influencia. Según estudios de grandes referentes, el liderazgo depende del estado del miembro del equipo, en que fase de aprendizaje se encuentra. En el liderazgo situacional se basa en una curva de aprendizaje que comienza con una fase principiante o entusiasta: el empleado es nuevo y cuenta con una gran motivación. Aquí el grado de dirección del líder es fundamental, ya que la falta de experiencia o la presencia de tareas nuevas hacen que el empleado tenga aún poca competencia.
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El colaborador requiere de mucha dirección (liderazgo autoritario o directivo). En una segunda fase, se encuentra el aprendiz desilusionado, aquí ya ha aprendido ciertas competencias pero insuficientes y su nivel de compromiso puede bajar debido a la inseguridad. Aquí se requiere apoyo, un liderazgo coach y filiativo para generar empatía y una relación más estrecha brindando confianza.
El empleado luego pasa a una tercer fase, de ejecutor capaz pero cauteloso ante situaciones nuevas o difíciles. Aquí se necesita un líder que apoye (liderazgo coach y el timonel). El empleado tiene un nivel de competencias mayor y aumenta el compromiso.
En la cuarta fase nos encontramos con un empleado competente, un triunfador independiente. Aquí concuerda el liderazgo democrático de Goleman. Es muy importante tener en cuenta las fases de un empleado y los diversos tipos de liderazgo que se requiere aplicar.