Cicerón: 'Tu cara es el espejo del alma y tus ojos te delatan'

Cicerón: 'Tu cara es el espejo del alma y tus ojos te delatan'

Cicerón: 'Tu cara es el espejo del alma y tus ojos te delatan'

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Cicerón: Tu cara es el espejo del alma y tus ojos te delatan

En el rostro se refleja el estado de salud y de ánimo, así como su carácter. Para Cicerón, el rostro es el espejo del alma, y los ojos, sus delatores. De Alejandro Dumas es la afirmación de que Dios quiso que la mirada del hombre sea la única cosa que no se puede ocultar.

Consideremos la ley —dijo Marco Tulio Cicerón a su maestro Scaevola—, no es bastante que la ley sea meticulosa; debe ser también justa. Y tampoco basta con que la ley sea meticulosa y justa; debe ser comprensiva. Y no es suficiente con que una ley sea meticulosa, justa y comprensiva; debe ser igualmente compasiva. Y tampoco cumple todos los requisitos siendo meticulosa, justa, comprensiva y compasiva; debe tener sus raíces ¡en la verdad!

Scaevola le replicó.- ¡Leyes inmutables! Las leyes cambian cada vez que los hombres necesitan que cambien. Como ya te he dicho, la ley es una ramera. La verdadera ley es la justa razón concordante con la naturaleza, de alcance mundial, permanente y duradera. No sabemos oponernos ni alterar tal ley, no podemos abolirla ni librarnos de sus obligaciones mediante cualquier cuerpo legislativo y no necesitamos buscar a nadie que no seamos nosotros mismos para que nos la interprete. La ley no difiere para Roma y Atenas, para el presente y el futuro, sino que será eterna e inmutable, válida para todas las naturalezas y todos los tiempos. El que la desobedece se niega a sí mismo y a su propia naturaleza.

Y el anciano jurista, curtido en mil batallas, prosiguió.- Cuando una nación se vuelve corrompida y cínica y prefiere el gobierno de los hombres al de la ley, va camino de su propia destrucción. Así lo enseña la Historia. Hemos entrado en la época de los déspotas, al igual que anteriormente otras naciones. El hombre nunca aprende las lecciones de la historia y sigue el mismo camino hasta la muerte.

¿Quién recibe los votos de ese pueblo, el hombre virtuoso o el corrompido que les promete todo? Ni que decir tiene, el hombre corrompido.

Marco Tulio Cicerón no hizo ningún comentario.



Autor: Taylor Caldwell (La columna de hierro, 1965)



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Recopilado por Jean-François Ghaiz



 

Recopilado por Jean-François Ghaiz Cicerón: 'Tu cara es el espejo del alma y tus ojos te delatan'
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