Un turbocompresor, conocido comúnmente como turbo, es un dispositivo que viene instalado en la mayor parte de los vehículos nuevos, su función es mejorar la eficiencia general y el rendimiento del motor El turbo cuenta con una turbina centrífuga que aspira los gases de escape y los envía al compresor, que se encarga de comprimirlos e introducirlos a presión en los cilindros, esta compresión es lo que le da al motor de tu coche mayor potencia y eficiencia, ya que a medida que entra mayor volumen de aire a la cámara de combustión, se puede captar más combustible para generar una mayor potencia. Una de las ventajas que ofrecen los turbocompresores es que no requieren potencia del motor para funcionar, puesto que son alimentados por los gases calientes que salen del escape, por lo que no restan potencia neta al motor. Sin embargo, los turbos trabajan a un gran número de revoluciones por segundo y temperaturas muy altas, por lo que es uno de los componentes del motor más propensos a sufrir daños y presentar fallas. Si notas que tu coche no está acelerando con la misma potencia o reacciona de forma muy lenta cuando aceleras, el turbo podría estar fallando, otras señales que indican fallas en el turbo son: Ruido en el motor: el turbo hace que el motor sea más silencioso, por ello, si comienzas a escuchar un ruido fuerte que proviene del motor de tu coche, como un silbido o taladro, puede ser un indicativo de que el turbo está fallando. Humos de escape más oscuros: cuando el aceite se filtra al sistema de escape, produce un humo grisáceo a medida que se quema, lo que puede deberse a que los sellos internos del turbo están dañados o tiene alguna grieta en la carcasa.
¿Cuáles son las fallas más comunes?
Una de las causas más comunes de los daños en el turbo están relacionadas con la falta de lubricación. El aceite de motor es esencial para tu coche, se encarga de lubricar una gran variedad de piezas móviles y protegerlas de la corrosión. El turbo necesita un flujo constante de aceite, cuando no lo recibe, el lubricante no es del grado correcto o su calidad es muy baja, pueden causar la acumulación de contaminantes en el motor, que generan daños en el interior del turbo. Para evitar que esto suceda debes poner a tu coche el aceite y filtro adecuados, cuidando que sean de muy buena calidad. Además, debes hacer el cambio de aceite en los lapsos que indica el fabricante de tu coche. Los sellos desgastados o agrietados también generan fallas en el tubo, que son de común ocurrencia, cuando los sellos que van entre el compresor y el motor se desgastan o agrietan, el aceite comienza a filtrarse al sistema de escape de tu coche, esto hace que turbo tenga que trabajar más para mantener la presión de aire, lo que genera un exceso de velocidad de la hélice de admisión, lo que reduce la eficiencia y la vida útil del turbo. Para evitar este tipo de daños es importante realizar de forma periódica una revisión de los sellos y cambiarlos según las indicaciones del fabricante.