Garcilaso de la Vega, nacido en Toledo entre 1491 y 1503 y fallecido en Niza el 14 de octubre de 1536, es una figura emblemática del Renacimiento español, cuya obra poética marcó un hito en la literatura castellana al introducir las formas y temas del humanismo italiano, destacando por su refinamiento estilístico y profundidad emocional.
Proveniente de una familia noble, Garcilaso recibió una educación esmerada en la corte y se distinguió tanto en las letras como en las armas, participando en diversas campañas militares al servicio del emperador Carlos I. Su contacto con la cultura italiana durante sus estancias en Nápoles e Italia influyó decisivamente en su estilo poético, adoptando las formas métricas italianas como el soneto y la égloga, y enriqueciendo la lírica española con una sensibilidad renovada.
La obra de Garcilaso, aunque breve debido a su prematura muerte, incluye 38 sonetos, 3 églogas, 5 canciones, 2 elegías y una epístola, en las que se refleja la influencia de Petrarca y los clásicos latinos, así como una profunda introspección sobre el amor, la naturaleza y la existencia humana. Su poesía, caracterizada por la armonía formal y la expresión sincera de los sentimientos, estableció un modelo que sería seguido por generaciones posteriores de poetas del Siglo de Oro.
La publicación póstuma de sus obras en 1543, junto con las de su amigo Juan Boscán, consolidó su reputación como uno de los grandes renovadores de la poesía en lengua española. Garcilaso de la Vega sigue siendo estudiado y admirado por su capacidad para fusionar la tradición clásica con la sensibilidad renacentista, dejando un legado perdurable en la literatura universal.